Educación cívica desde pequeños

Publicado el 12 de octubre de 2016

Entregar valores relacionados con el desarrollo y organización de la sociedad es clave para formar ciudadanos capaces de generar cambios históricos en temas tan importantes como el respeto por las diferencias sociales, políticas y culturales o el cuidado del medioambiente. También se trata de la manera en que se fortalece la democracia, incluso, cuando existen instancias que ponen a prueba a los gobernantes.

En la actualidad, desde pequeños, niñas y niños conocen sus derechos y deberes. Tempranamente, además, existen valores que se fortalecen al interior de la familia y el colegio, por ejemplo, a través del relato de hechos históricos que nos permiten reconocernos como sociedad, más allá de nuestro origen socioeconómico o étnico. Incluso, cuando hay distintos puntos de vista respecto a ciertos episodios del pasado, los niños son capaces de advertir en eso la diversidad cultural que caracteriza a la sociedad.

De algún modo, se puede decir que los nuevos ciudadanos ya no se forman cuando cumplen determinada edad, tampoco los determina un texto en la ley, sino que existen como tales, porque son capaces de ejercer su libertad y de hacerlo con respeto a los demás, esperando reciprocidad.

En este contexto, es inevitable que los cambios sociales y la demanda por más reformas siga un curso positivo, a cargo de ciudadanos más conscientes de la importancia de su actuar cívico. En este escenario, además, resulta impensable no fortalecer la educación, siempre intentando aportar para el presente y futuro de la nación.

Cartas en el asunto ya se toman a nivel gubernamental. La presidenta Michelle Bachelet promulgó en marzo de este año la ley que crea el Plan de Formación Ciudadana, iniciativa que se implementará en establecimientos educacionales reconocidos por el Estado para educar cívicamente a niños y jóvenes de enseñanza parvularia, básica y media. En su discurso, la Presidenta señaló que el propósito es que “chilenos y chilenas, desde las escuelas, tengan plena conciencia de sus derechos y que sepan defenderlos, pero también que sean conscientes de las responsabilidades que todos y todas tenemos con la sociedad".

El Ministerio de Educación es el ente que tendrá la tarea de acompañar y apoyar a escuelas, colegios y liceos durante todo el proceso, impulsando durante 2017 la asignatura de Formación Ciudadana destinada a tercer y cuarto año medio.

El civismo actual

Para seguir avanzando, resulta necesario aclarar este y otros conceptos. Francisco Navarrete, Licenciado en Historia y Ciencia Política y profesor de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, representante de Caligrafix (www.caligrafix.cl) nos recuerda que la Educación Cívica se conformó en la Antigüedad, con los romanos y durante La República, período en el que solo participaban los civitates o civiles de la ciudad y no los soldados: “Este concepto de civismo es el que más ha perdurado en el tiempo y en nuestra historia actual, en especial Latinoamérica, donde los manuales de Educación Cívica están dirigidos a los civiles, mientras los miembros de las FF.AA. mantienen una misión de orden institucional. Este concepto genera, por tanto, dos clases de personas: unas que obedecen la legislación y otras que están llamadas a resguardar el orden que impone esta ley, ya que la legítima fuente del orden institucional es la norma escrita.”

También es relevante mencionar que, durante muchos años, en las décadas del 80 y 90, nos educamos con dos manuales de Educación Cívica, los de Humberto Nogueira y Carlos Cruz-Coke. Ambos, según explica Navarrete, ponen énfasis en el Derecho Constitucional como legítimo cuerpo de derechos y, por ende, en la ley como la única fuente de los derechos ciudadanos: “Esta concepción del mundo no solo está superada, sino que está sobrepasada por una larga bibliografía post Guerra Fría, tanto desde el mundo de la politología (Robert Dahl), como de la sociología (Ulrich Beck y Antony Giddens), la filosofía política (Michel Focault), la biología y la neurobiología (Maturana), entre otros ámbitos”.

Los alcances que comenta Francisco Navarrete no son antojadizos: “La sociedad actual es la de la globalización, una sociedad que no es pasiva frente a los medios de comunicación o el arte. Ya no se es un espectador o el miembro de un club o de un partido, un observante de los vaivenes, los compromisos y los conflictos. El hombre actual y, en especial, los niños y adolescentes actuales son personas activas, participantes y críticas”. 

Hasta los ocho años…

Los ciudadanos son personas que nacen con derechos por el simple hecho de ser personas, no porque lo dice una ley o porque lo permite un grupo de poder. “Todos somos ciudadanos sujetos de derecho, creadores de derechos”, enfatiza Navarrete como primer punto. El experto agrega: “La formación en valores es transversal y cruza todos los grupos etarios, étnicos, sexuales, etc. Estos deberían ser, en primer lugar, el valor de la vida propia y la ajena, el de la libertad, los de la convivencia, la integración, el respeto, la inclusión, la justicia y el ejercicio de todos los derechos innatos del ser humano. Todos ellos están reconocidos intrínsecamente por organizaciones internacionales como la ONU y la Unesco y han sido ratificados por nuestros gobernantes, como miembros de dichas organizaciones. Son lo mínimo que cualquier Estado debería propender para su desarrollo y garantizar el mínimo de bienestar de sus ciudadanos”.

“Ser parte de la sociedad es el argumento base para entender la necesidad de conocer nuestros derechos y deberes”, comenta la profesora de enseñanza básica Elisa Barriga, quien recomienda comenzar con esta cultura desde muy temprano. Navarrete concuerda y afirma que es importante desarrollar la educación en valores desde la etapa más precoz, idealmente cuando se cumplen los primeros cuatro años de vida. El experto añade que se ha demostrado que hasta los siete u ocho años se forma el carácter personal y social del futuro ciudadano. Al mismo tiempo, es importante saber que, inicialmente, toda educación y hábito comienza desde el hogar: los padres son el primer ejemplo. “Sin embargo, con el actual sistema educativo, la jornada completa, la creciente oferta de mano de obra femenina y el hecho de que cerca del 40% de los hogares está conformado por una jefa de hogar, es el colegio el lugar en donde mayor tiempo pasan los niños de nuestro país y es ahí donde se producen las mayores interacciones sociales cotidianas”.

¿Cómo comenzar a educar?

Promover el cuidado del medio ambiente es una buena manera de empezar, en opinión de la profesora Elisa Barriga: “Se trata de instruir a los niños en que deben ser responsables de su entorno, porque ellos viven en este y serán garantes del mismo en el futuro”. Igual ejercicio debiera hacerse con las costumbres y símbolos patrios, sugiere la educadora. Luego, se debe continuar con la educación respecto de deberes que cumplir y derechos que exigir.

“Como la formación en valores es transversal, las actividades deben apuntar hacia hechos que viven los niños de manera cotidiana. Por ejemplo, la integración en los juegos del salón de clases y en el patio del colegio”, dice Francisco Navarrete.

Otras sugerencias del experto son:

  • La resolución pacífica de conflictos cuando existe la disputa en un juego o un espacio de uso común.
  • El respeto cuando se espera turno para hablar y opinar con el lenguaje apropiado.
  • El respeto a la libertad cuando otros no quieren hacer algo por lo que se sientan forzados o esté en contra de sus creencias.
  • El orden y la disciplina al comenzar y terminar una actividad.
  • El cuidado del medioambiente al botar la basura en su lugar, plantar un árbol, cuidar de una huerta escolar o la mascota del curso.
  • La inclusión de los niños con capacidades diferentes en todas las actividades escolares y recreativas.
  • La conformación de equipos heterogéneos para las actividades. 

El futuro en sus manos

El desarrollo positivo de la nación depende de que los niños y jóvenes tengan educación cívica. Francisco Navarrete opina que la formación ciudadana tiene efectos profundos en el sentido de pertenencia a una cultura y lugar común, a pesar de todas las diferencias sociales, étnicas, económicas y de pensamiento. La formación ciudadana –recalca Navarrete– no solo promueve el sentido de pertenencia, sino además valores, en especial, la resolución pacífica de los conflictos y, por ende, fortalece la democracia como forma de gobierno.

Fomentar la inclusión

colegios

“La nueva formación ciudadana, más que acrecentar los valores de la nación, debe fomentar los de la inclusión. En una era como la actual, el ciudadano cada vez tiene mayor información y mayores posibilidades de contactarse con otras nacionalidades. El crecimiento económico de nuestro país y la política de empleo han permitido el ingreso de una gran cantidad de extranjeros nunca vista en periodos anteriores de nuestra historia y, por increíble que parezca, cuanta mayor diversidad encontramos en el aula, mayor sentimiento nacional pluricultural se genera. Muchos de los extranjeros se casan o tienen hijos con nacionales y, fruto de la propia naturaleza, nacerán hijos con una ‘doble nacionalidad’. La mayor parte de ellos se van a quedar y viajarán al lugar de origen de sus padres cuando la situación lo amerite”, dice Navarrete. Por eso, la actual formación ciudadana debe poner énfasis en los valores y en la inclusión, principios que debieran enseñarse en todos los aspectos de la vida: “Una asignatura no basta para crear conciencia de la diversidad, la educación ciudadana debe ser transversal. La nación actual se va a convertir en un crisol con una identidad propia llamada Chile”.

Paula Reyes Naranjo Periodista