Inglés: cuanto antes, ¡mejor!

Publicado el 3 de marzo de 2016

Acceso a las más convenientes oportunidades educativas y laborales que luego ayudan a mejorar la calidad de vida. Este es uno de los factores por los que se suele recomendar la enseñanza del inglés. Pero también se aconseja, especialmente desde la edad preescolar, ya que en esta etapa se aprende el idioma y la pronunciación de forma natural, favoreciendo el desarrollo social, cultural y cognitivo, fomentando el respeto a las diferencias y mejorando la capacidad de interrelacionarse. Eso, además de potenciar la memoria y el pensamiento lógico y verbal, entre otros beneficios.

En el mundo, cerca de 400 millones de personas hablan inglés como lengua nativa, mil millones lo dominan como segundo idioma y, de acuerdo con un informe elaborado por el lingüista David Graddol para British Council, cerca de un tercio de la población mundial lo estudia. Tal masividad se explica, sin duda, por su preponderancia en campos estratégicos, como la tecnología y los negocios. Para muchos es una herramienta fundamental en la comunicación del siglo XXI. Sin embargo, además de su importancia social y profesional, es relevante lo que algunas investigaciones exponen. Por ejemplo, un estudio de la Universidad Strathclyde de Glasgow, Reino Unido, demostró que los niños que dominan dos idiomas resuelven más fácilmente problemas planteados, tal como asegura el director de la investigación, el profesor Fraser Lauchlan, poniendo en jaque la idea de que el bilingüismo podía confundir a los niños.

Otra investigación, esta vez del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos y con el trabajo de profesionales de la Universidad de Toronto, puso en evidencia que los niños que hablan dos idiomas son capaces de combinar varias tareas con más agilidad. Y un tercer antecedente, un ensayo publicado en la revista Neurology, expone que controlar dos o más idiomas puede retrasar hasta cuatro años la aparición de los síntomas del alzheimer.

Con la familia y en el jardín

Kristina Cordero es una estadounidense radicada en Chile hace más de diez años. Dedicada al mundo editorial y a la educación, aquí se casó y nacieron sus dos hijas. Ellas han experimentado la enseñanza del inglés de forma natural y, con su experiencia personal, Kristina evidencia lo importante que es comenzar cuanto antes. “Estoy casada con alguien que no es particularmente angloparlante, así que desde que nacieron mis hijas hablo exclusivamente en inglés con ellas para que tengan un poco de mi cultura. Los libros que manipulan también son en inglés. Películas y televisión en SAP para que los monitos norteamericanos los vean en inglés.

Siendo constante, he logrado criar a dos niñas totalmente bilingües sin enviarlas a un colegio británico. En parte, creo que esto es por el vínculo materno. Una vez escribí un artículo sobre el tema, donde señalé que el español es el primer idioma de mis hijas, pero el inglés su idioma materno. Pienso que aproveché la cercanía de los primeros años de sus vidas para darles mi idioma, alguna parte de mí en un momento de máxima intimidad familiar. También hemos viajado mucho a Estados Unidos y eso también es algo que consolida el proceso. Temas emocionales y familiares aparte, creo que la clave es la ‘inmersión’. Desde guagüitas, han tenido una exposición al inglés y a la cultura angloparlante, a su alrededor y de diferentes fuentes: la tele, la música, los libros, la conversación, los viajes, en un entorno en que es natural. Conozco a papás y mamás chilenos que hablan a sus hijos en otros idiomas, pero no sé hasta qué punto funciona eso si uno no es nativo, porque los niños perciben muy luego lo que es natural y lo que no. Por eso encuentro el colegio bilingüe una gran opción para familias que no tienen otro idioma”.

Sin duda, los idiomas se aprenden más rápido y fácil en un contexto social cercano como la familia. Como lo hizo Kristina Cordero con sus hijas, la sugerencia es iniciar su enseñanza desde la casa para que los niños y niñas puedan interiorizarla a tempranas edades. Pero si no somos angloparlantes, comenzar con una alternativa externa cuanto antes es lo mejor, tal como ha asegurado el profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Albert Costa, experto en bilingüismo. Él explica, además, que estudiar una lengua contempla tres partes: vocabulario, gramática y sonidos. Estos últimos son los que conviene incorporar tempranamente si se quiere hablar bien un segundo idioma, porque es lo que más cuesta asimilar a medida que se crece.

Además de los padres, los encargados de ofrecer la formación a los niños en inglés u otra lengua extranjera son los educadores. Como los niños, sobre todo los más pequeños, están todo el tiempo interesados en jugar, el aprendizaje del inglés en la educación preescolar es a partir de juegos, canciones, presentaciones de títeres, láminas alusivas a un tema, cuentos sencillos, videos y rompecabezas, entre otros recursos lúdicos. Poco a poco, se dan cuenta: aprender idiomas es provechoso y divertido a la vez, entonces su interés crece.

Entretenidos y jugando

British Bubbles es un centro español especialista en el inglés a edad temprana. Después de tres años de investigaciones sobre la evolución del lenguaje y la educación en niños, tienen su propio método para enseñar el idioma. Celia Garabaya, Técnico de Nivel Superior en Educación Infantil y directora pedagógica en esta institución, además de colaboradora del portal Guiainfantil.com, entrega sus fórmulas y tips para la enseñanza del idioma a niños pequeños:

  • Adaptar cualquier juego al inglés, considerando que hasta los tres años de edad se puede introducir el idioma sin necesitar del español.
  • De los tres años en adelante, cuando nunca antes se les ha enseñado inglés, el aprendizaje se torna un poco más complejo, porque la lengua nativa ya está muy ‘afirmada’ en el cerebro. Entonces, se ocupa la traducción simultánea para las frases de cierta complejidad, repitiendo varias veces.
  • Las fichas, tarjetas o láminas sirven mucho y la experta recomienda las creadas por Glen Doman hace más de 50 años. Trabajan la repetición, los efectos visuales y la voz; muestran temas, como, por ejemplo las partes del cuerpo, siempre en inglés, y la idea es ir repitiendo las palabras y gesticulando para ganar la atención de los niños.
  • Los cuentos sirven mucho, los clásicos y también aquellos en los que los pequeños se sienten protagonistas. La propuesta es emplear lo que se esté estudiando en inglés en ese momento, como los números o colores. También sirve tomar algo que haya sucedido en la sala de clases o en la casa: la historia de un niño que fue de paseo a la playa cuando justamente ese fue el panorama reciente, o el relato de una niña que no quiso compartir sus lápices, pero cuando vio que era mejor ser generosa todos se acercaron más a ella. El punto es que, al hablar de situaciones que le han sucedido a los niños, naturalmente ellos prestarán más atención a la historia y, como consecuencia inmediata, al inglés.
  • Los efectos de la música son conocidos en todo ámbito y en este caso no se quedan atrás. La música tiene un poder nemotécnico (facultad de recordar) mayor que el de la vista y, como las melodías podemos relacionarlas con diversión, un sentimiento que los niños ya poseen, la enseñanza con este recurso logra excelentes resultados. Canciones en inglés que trabajan diferentes partes del desarrollo de los niños hay por montones, desde las que enseñan el abecedario y colores, hasta hábitos como lavarse los dientes o irse a dormir. La especialista recomienda reforzar el aprendizaje con las canciones todos los días, mejor si son melodías con una coreografía o baile para que sea más fácil vincular: “Una de las bases del aprendizaje en los niños es la relación de palabras con las acciones que observan, por ello los gestos serán para representar lo que la canción dice”.
  • Aprovechando la natural fascinación que los niños sienten por ver videos, este recurso también es muy útil. Claro que es necesario ocuparlo correctamente. No basta con escuchar o ver videos una y otra vez con escenas en inglés. Puede ser que se termine recitando el texto sin entender ni una palabra, advierte la educadora. Para comprender lo que se dice es fundamental escuchar, relacionar lo que se oye y atender. Frente a una televisión en inglés, los niños se quedan con las imágenes, pero desconectan automáticamente del sonido, explica la especialista. Por ello, los videos y las canciones deben estar apoyados por los adultos, llamando la atención, por ejemplo, repitiendo lo que se dice en pantalla y enfatizando en algunas palabras.

Con sus personajes favoritos

Que los niños aprenden mejor un segundo idioma si están en el entorno adecuado es una afirmación que ya han hecho propia varios métodos y escuelas. Disney, por ejemplo, tiene su fórmula, una avalada por lingüistas y pedagogos, que se basa en la motivación e implica a la familia en el aprendizaje, fomentando la creatividad y enseñando inglés a través de canciones, juegos y atractivas actividades y temas, siempre acompañados por los personajes de Disney.

El reconocido instituto British Council también tiene un programa enfocado a niños. Particularmente, prepara a pequeños de dos a seis años y enseña en alianza con los animadores Aardman, ganadores del premio Oscar. “Learning Time with Shaun & Timmy”, con los personajes de cine y televisión, crea una forma dinámica que integra la experiencia de aprendizaje en torno a un juego con propósito, en un ambiente temático que estimula y hace sentir seguro, pues resulta conocido.

Paula Reyes Naranjo Periodista