Niños y tecnología: una relación fructífera, si se sabe llevar con inteligencia

Publicado el 11 de octubre de 2016

Conducir la interacción de los niños con los aparatos tecnológicos de buena manera es una responsabilidad de los padres, ya que desde pequeños los niños están expuestos a la tecnología y no es extraño verlos con toda clase de dispositivos electrónicos entre sus manos, algo que a juicio de expertos no es aconsejable, aun cuando se ‘celebra’ la habilidad que tienen para interactuar sin dificultades con tablets, smartphones y video juegos, entre otros.

Los estudiantes del siglo XXI están aprendiendo todo el tiempo; es así como algunos informes señalan que en los próximos diez años veremos cómo las fronteras que separan la sala de clases y el hogar se irán diluyendo. Aunque el aprendizaje tiene que ver con la interacción con otras personas, con el arte o con la naturaleza, por ejemplo, el buen uso del computador u otros dispositivos, definitivamente puede favorecerlo.

Fabiola Fariña, sicopedagoga y directora del Centro de Apoyo Psicopedagógico, de Ñuñoa, comenta que hoy, cuando es muy común ver a un niño o a un adolescente utilizando tablets, smartphones o computadores, el escenario resulta altamente beneficioso, siempre que estos aparatos se usen con supervisión de un adulto. ¿De qué se trata ese control? La especialista menciona vigilancia de horarios, contenidos vistos y redes sociales utilizadas, por supuesto, siempre de acuerdo con la edad de los niños y criterio de los padres.

Ese comportamiento de resguardo debe comenzar desde temprana edad. Mercy Iriarte, sicóloga de Clínica Vespucio, recuerda cómo no es inusual ver a un niño de uno o dos años deslizar de forma intuitiva sus dedos por las pantallas y presionar los botones con seguridad: “Es cierto que los padres disfrutan de una paz momentánea cuando entregan a un pequeño un aparato para que juegue con este, pero –en secreto– a ellos les preocupa si ese dispositivo le está causando daños en el cerebro. Afortunadamente, al parecer, estos juguetes tecnológicos pueden ser beneficiosos para el aprendizaje”. Y cuanto más interactivo, mejor, asegura la sicóloga. Ejemplifica con un estudio de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos, presentado recientemente en una conferencia de la Sociedad para la Investigación del Desarrollo Infantil. El informe descubrió que los niños de entre dos y tres años tienden a responder mejor a pantallas táctiles que a las que no requieren de interacción, como pasa con la de la televisión. Según la investigación, mientras más interactiva y más real sea la pantalla, más cercana puede llegar a sentirse. Heather Kirkorian, especialista en estudios del desarrollo humano y familiar, explicó que este trabajo resulta un indicativo de que las pantallas táctiles pueden tener un uso potencial para la educación. Sin embargo, no es recomendable que niños muy pequeños mantengan una relación estrecha con estos aparatos.

De lo anterior se deduce que los objetos tecnológicos son herramientas útiles. “Así que ya pueden respirar más tranquilos los padres, sus hijos solo están haciendo lo normal, interactúan con el mundo. En cualquier caso, la tecnología, en la forma de celulares y tablets, está aquí para quedarse. Muchas escuelas primarias y algunos establecimientos prescolares de Reino Unido están introduciendo iPads en sus salones de clase para facilitar el aprendizaje. Y es que entender la tecnología y cómo funciona forma parte del currículo actual. Puede ser una herramienta útil e interesante si se utiliza en el lugar adecuado para ayudarnos a aprender, y no todo el tiempo ni como reemplazo de otras cosas”, dice Mercy Iriarte.

Más habilidades

Cuando los aparatos tecnológicos implican interacción y, a partir de estos, movimientos físicos, como es el caso de una consola Wii, se fomentan la planeación y el equilibrio. Los desafíos que plantean algunos juegos y aplicaciones pueden aumentar la capacidad intelectual. Así, los beneficios de los aparatos tecnológicos suman y siguen. “No se trata solo de medios de diversión, sino también de aprendizaje, o de búsqueda de información. Asimismo, es muy positivo al interior de la sala de clases, cuando son usados como un recurso más para enriquecer las experiencias educativas de los niños, siempre con objetivos claros y concretos que lleven a ampliar el campo de conocimiento o, simplemente, para el desarrollo del pensamiento, al plantearse nuevas interrogantes con lo aprendido”, afirma Fabiola Fariña.

Sin embargo, las aplicaciones enfocadas en la comunicación, como las redes sociales, lejos de promover el contacto social y reforzar lazos familiares, alejan cada vez a más  a miembros de una misma familia, por ejemplo, que viven bajo el mismo techo. Común es ver reuniones familiares, donde cada uno está metido en su celular, sin interactuar con el de al lado.

El buen ejemplo

Las especialistas recuerdan que los niños imitan. “Veo a padres enviando mensajes de texto mientras caminan. Muchas veces están enganchados a sus aparatos, que se convierten en una barrera de comunicación con sus hijos”, comenta Mercy Iriarte, argumentando la gravedad de esto con otro estudio, un trabajo reciente de la Escuela de Educación de la Universidad de Stirling, en Escocia, cuyos investigadores descubrieron que la actitud de la familia respecto de la tecnología es un factor importante en la relación que el niño establezca con ella.

La mayoría de los padres no entiende los peligros de la adicción de los niños a los aparatos tecnológicos: falta de contacto con pares, exceso de tiempo destinado a ese ‘juego’ en desmedro de otras actividades más relevantes para su desarrollo y sobreestimulación, entre otros. Tampoco existe real consciencia por parte de los adultos respecto de que se requiere estar muy atento cuando un niño tiene contacto con dispositivos tecnológicos. Así lo asegura Mercy Iriarte, quien también resalta como fundamental –tal como se mencionó al inicio– implementar reglas para establecer horarios frente de la pantalla, normas que asegurarán que el niño tenga una diversidad de actividades, tanto dentro como fuera de casa, poniendo énfasis en estas últimas, donde el niño disfrute del entorno, los amigos, juegos en equipo y de la naturaleza.

Para una sana relación con los diferentes dispositivos, la recomendación de las expertas Fabiola Fariña y Mercy Iriarte, además de dar un buen ejemplo, es considerar dos claves:

  • Determinar ‘un tiempo de pantalla’ cada día, siempre con vigilancia y control de los padres.
  • Combinar el tiempo al frente de una pantalla con juegos tradicionales y/o actividades al aire libre.

Medida justa

“Estas tecnologías son bastante peligrosas cuando son utilizadas sin control, solo como un medio de diversión y con horarios extensos, situación que puede ir desfavoreciendo las relaciones y habilidades sociales, el desarrollo del lenguaje y el procesamiento de la información”, asegura la sicopedagoga Fabiola Fariña.

control-xbox

De la misma forma, se pueden transformar en un mal hábito. Los niños están más expuestos que nunca a la pantalla y este comportamiento debe ser cambiado, pues podría llevar a la adicción o depresión. Entonces, la clave podría estar en que los niños aprovechen al máximo su tiempo frente a estos dispositivos, descargando las mejores aplicaciones y programas que contribuyan a su aprendizaje.

Se debe tener especial cuidado:

  • Si los niños tienen una relación dependiente con las pantallas, puede surgir hiperactividad.
  • Si los dispositivos comienzan a provocar aislamiento o alejan de la curiosidad tan propia de los niños.
  • Si pasan mucho tiempo en contacto con juegos como la Wii, la actividad puede causarles ansiedad, estrés e, incluso, depresión.
  • Con la sobreexposición a información, ya que el cerebro se estresa y es posible que surjan distintos problemas, como por ejemplo, trastornos del sueño, incluido el insomnio.

    Paula Reyes Naranjo Periodista