Sobrepeso y colaciones: La importancia de saber comer

Publicado el 1 de julio de 2015

Más que un problema de kilos extra, se trata de una realidad grave a la que deben hacer frente los adultos encargados de la alimentación de los niños. Es momento de actuar entregando tiempo a la elección de lo que comemos e importancia a la colación de preescolares y escolares.

Chile es el séptimo país con más adultos obesos (25,1%) y el cuarto en la cifra de mujeres con sobrepeso (30,7%), de acuerdo con el informe 2014 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene cifras igualmente negativas: nos sitúa como el noveno país con mayor índice de obesidad e indica que dos de cada tres adultos está excedido en su peso. Además, asegura que somos el segundo país de Sudamérica con más mujeres obesas (33,6%). Otras cifras recientes, esta vez del Ministerio de Salud, afirman que el 34% de los niños chilenos menores de seis años padece obesidad o sobrepeso: de ellos, el 10% es obeso y el 24% restante está excedido.

El porqué de esta realidad tiene varios orígenes. Consultando con expertos de los centros nutricionales de la UDLA (Universidad de Las Américas), entre los factores figura la alimentación inadecuada que entregan los padres a sus hijos durante los primeros años de vida, lo que genera un erróneo patrón de alimentación futuro. “Muchos dan a sus hijos galletas y jugos azucarados desde muy pequeños y fomentan que el niño adquiera el gusto por estos alimentos. También piensan que la cantidad que les dan es muy poca y quedan con hambre, generando ingestas superiores a las recomendadas”, explica el nutricionista de UDLA Óscar Gutiérrez.

Se suma a lo anterior, lo que comentan las nutricionistas Carolina Valdebenito y Danitza Vega: la falta de control de los padres en la elección de la alimentación, el ofrecer alimentos como premio o castigo y el bajo interés en productos saludables con argumentos como: ‘comer sano es aburrido o caro’. Otros factores señalados son el excesivo marketing de alimentos ricos en grasas o azúcares y las jornadas laborales extensas, que dificultan una alimentación ordenada en horarios, porciones y selección de alimentos.

Así las cosas, hoy la obesidad se reconoce como una patología que trae consigo la presencia de otras enfermedades secundarias y concomitantes. Gutiérrez, Valdebenito y Vega, comentan que diferentes estudios longitudinales muestran un aumento progresivo del peso corporal (IMC) en la población menor de 20 años, asociado a una elevación de la presión arterial, del colesterol LDL, de los triglicéridos y de la resistencia a la insulina. Producto del sobrepeso y la obesidad también surgen afecciones sicológicas y problemas metabólicos.

Pasos para lograr una alimentación sana y equilibrada:

  • Combinación de proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales.
  • Considerar una mayor porción de verduras respecto de carbohidratos y proteínas en cada plato.
  • Aumento de la ingesta de líquidos (agua) durante el día para mayor hidratación
  • Elección de alimentos bajos en grasas y azúcares simples refinados.

Recomendaciones alimentarias para el día en escolares (niños/as):

  • 3 porciones de lácteos descremados y derivados.
  • 1 porción de (huevo o carne, animal o vegetal).
  • 3 porciones de verduras.
  • 2 porciones de frutas.
  • 3 porciones de pan, cereales o papas.
  • Consumo moderado de aceites, grasas y azúcares.

Más que dieta, ordenar las comidas

“No se recomienda que un niño en edad preescolar o escolar realice una ‘dieta’, desde el punto de vista restrictivo. Más bien, se necesita un ordenamiento de sus tiempos de comida y raciones diarias. El niño por sí solo no puede cambiar el hábito de alimentación. Un buen tratamiento dieto-terapéutico considera la triada niño-padres-colegio”, explican los especialistas:

Los expertos también recomiendan:

- Incluir a los niños tempranamente en la selección y preparación saludable de los alimentos.

- Introducir nuevos sabores a través de especias y plantas aromáticas, en reemplazo de aquellos productos que aportan grasas saturadas y sodio, por ejemplo, caldos concentrados, aditivos y sopas deshidratadas.

- Educarlos con la idea de que la vida no gira en torno a la comida.

- Promover aumento del gasto energético y restringir alimentos con alto aporte calórico. En los quioscos de colegios, las directivas pertinentes deben realizar intervenciones para asegurar la disminución de la comercialización de snacks con alto contenido en grasas, sodio y azúcar.

Roberto Gabarroche, nutricionista de Clínica Avansalud, habla de otro punto importante: “Es fundamental considerar que el plan de alimentación para un niño con obesidad incluye evitar períodos prolongados sin alimentación, y en este caso es clave contar con una colación saludable. Alimentarse cada ciertas horas influye tanto en el aspecto físico, como sicológico. Desde el punto de vista físico, es importante mantener los niveles de azúcar estables para no provocar la sensación de hambre, y desde el punto de vista sicológico ayuda a establecer horarios claros y pautas alimenticias sanas”.

El cambio de las colaciones

comer-saludable-2 La elección de los alimentos que los niños llevan al colegio como colación es otro camino relevante para evitar los excesos de peso. Muchos padres tienen creencias incorrectas. Por ejemplo, preferir jugos envasados como reemplazo de la fruta natural. “La fruta contiene azúcares naturales, además de fibra, minerales y vitaminas. En el jugo envasado sólo quedan los azúcares. En realidad, contienen solo entre 5% y 8% de fruta. El resto es agua. En proporción, aportan cantidades muy altas de energía, procedente de los hidratos de carbono (azúcares), pero sin embargo, carecen de otros nutrientes esenciales”, acota Danitza Vega.

Aunque se siguen cometiendo errores como el anterior, lo cierto es que, desde hace algún tiempo, hay un cambio. Antes, colaciones infantiles eran sinónimo de galletas, papas fritas, chocolates o cualquier golosina que ‘engañara el estómago’ entre las comidas importantes. Hoy, la situación comienza a cambiar, dando paso a una alimentación saludable pensada en contribuir a entregar calorías y nutrientes para el sano desarrollo de los niños.

Tanto ha cambiado el concepto de ‘colación’ que muchos establecimientos educacionales han adoptado la modalidad de enviar a los apoderados una minuta semanal de alimentos saludables, para que los niños consuman durante su estadía en el lugar de estudio. Lunes fruta, martes cereales, miércoles lácteos, jueves sandwich y viernes colación para compartir: son algunos ejemplos utilizados para tal fin.

Roberto Gabarroche cree que “el establecer colaciones diarias para los niños en los colegios es una buena estrategia, ya que facilita que ellos se sientan menos discriminados por su alimentación o compitan por el tipo de comida que lleva uno u otro. Al mismo tiempo, facilita el tema a los padres para la organización diaria de las colaciones de sus hijos”.

Minuta ideal para colación:

  • Lunes: 1 manzana y 1 cajita de leche.
  • Martes: frutos secos y 1 yogurt.
  • Miércoles: 1 vaso de jugo de frutas y una barra de granola baja en grasas, sodio y azúcares.
  • Jueves: 1 vaso de leche cultivada y galletas de vino o de agua.
  • Viernes: 1 sándwich de integral con tomate y jamón de pavo, más un vaso de jugo de frutas.

¿Por qué es sano llevar una colación?

Según la nutricionista de Clínica Santa María, Marcela Cosentino, “la nutrición saludable debe formar parte integral de la vida diaria de los niños y contribuir a su bienestar físico y mental”. Este bienestar nutricional se logra consumiendo alimentos seguros, que son parte de una dieta equilibrada y que contienen la cantidad y calidad adecuada de nutrientes, según los requerimientos del organismo.

Los alimentos deben aportar la cantidad de calorías necesarias de acuerdo con la edad, el peso, la altura y la actividad. Y esas calorías tienen que distribuirse en las cuatro comidas diarias, más una colación a media mañana, con los siguientes porcentajes: 25% en el desayuno, 10% en la colación, 30% para el almuerzo, 15% para la once y 20% para la cena”.

Siguiendo la idea de que el desayuno y la colación son fundamentales en la alimentación diaria de los menores, la nutricionista agrega que un niño en edad escolar necesita diariamente entre 1.700 y 2.400 calorías, lo que se traduce en que, por ejemplo, un pequeño de primer año básico tendría que ingerir en su desayuno unas 300 calorías como máximo y en una colación, unas 150.

Resulta importante que los niños consuman algún alimento cada tres horas, además, para que el cerebro reciba la cantidad de glucosa necesaria para concentrarse y asimilar mejor los conocimientos.

La variedad nutricional que ingiere el menor en los recreos incidiría también en su rendimiento escolar. “Hay especialistas que afirman que la colación no es necesaria en el patrón alimentario de los niños, pero –por mi parte– creo que es importante no solo por el aporte nutricional que entrega, sino también por el proceso de socialización propio que facilita la alimentación. Si los niños tienen largas jornadas de estudio, una buena alimentación (incluida la colación) sirve para mejorar los niveles de concentración, mientras que la fibra y los carbohidratos aportan en mantener la actividad física y evitar la fatiga o el cansancio; y, desde este punto de vista, podría influir en otros factores también”, afirma Gabarroche.

Como hacer una colación saludable

El aporte nutricional

Lo ideal es que la colación incluya alimentos alineados con una dieta sana, contemplando macro y micronutrientes esenciales para el óptimo crecimiento y desarrollo de los preescolares y escolares, cubriendo entre 5% y 15% de sus requerimientos energéticos.

Dichos alimentos deben aportar vitaminas, minerales, calcio, fibra, proteínas de alto valor biológico y ácidos grasos esenciales, entre otros nutrientes. Según las guías alimentarias para la población chilena, se contemplan frutas verduras, cereales y lácteos.

Opciones recomendadas

Algunos ejemplos de colaciones con aportes nutricionales indicados son las frutas, los jugos de frutas o las compotas sin azúcar adicionada, el yogurt descremado, la leche descremada, postres de leche con menos azúcar, galletas o cereales con fibra, huevo duro o sándwich (en pan integral) con agregado saludable como quesillo, palta, jamón de pavo o tomate. Otras opciones son frutas deshidratadas (pasas, manzanas, peras, ciruelas, higos, duraznos, damascos), semillas y frutos secos como maní, almendras y nueces.

¡Organizar y mezclar!

Además de elegir alimentos saludables, los entendidos recomiendan calendarizar para organizar la semana haciendo mezclas atractivas y no caer en la monotonía. “Por ejemplo, mezclando frutas, frutos secos sin sal, leche descremada y otros lácteos, galletas o panes ricos en fibra, combinados con diferentes tipos de verduras, quesillo, palta y jugos naturales sin azúcar adicional.

De todas maneras, se recomienda mantener un día a la semana libre (normalmente es el viernes), para que el programa de colaciones no sea tan estricto”, sugiere Roberto Gabarroche.

No se trata solo de restringir

Los especialistas en nutrición concuerdan en la necesidad de evitar la mayoría de los alimentos procesados industrializados y aquellos con grasas saturadas, tales como paté y mantequilla, las golosinas, bebidas gaseosas, papas fritas y alimentos ricos en azúcar, en general. Esto es parte de la clave para mantener el equilibrio necesario y prevenir las enfermedades nutricionales, tanto por déficit (anemia, carencia de vitaminas o desnutrición), como por exceso (obesidad infantil).

Pero cabe mencionar que gran parte de los alimentos que contienen elevadas concentraciones de colesterol, sodio, ácidos grasos saturados e hidratos de carbono simples, no solo son alimentos que se encuentran insertos en nuestro quehacer habitual, sino que son aceptados por gran parte de nuestra población, lo cual puede hacer contraproducente su eliminación absoluta. Los expertos de UDLA aseguran: “Prohibir o evitar a toda costa estos alimentos podría, en algunos casos, generar un consumo incluso mayor en la población, además de socavar la adherencia al trabajo de los nutricionistas. Educar sobre ello y promocionar que estos alimentos sean consumidos de manera excepcional, sería una mejor meta”.

Paula Reyes Naranjo Periodista