Violencia escolar: hablemos de Bullying

Publicado el 17 de noviembre de 2015

Nos referimos a cualquier tipo de violencia que ocurra en el contexto estudiantil, ya sea contra personas de los distintos estamentos de la comunidad educativa o contra la infraestructura. En este escenario aparece el bullying, un problema con altos índices de incidencia en Chile y otros países, una realidad que puede manejarse mejor mientras más se conozca.

Violencia escolar y bullying no son lo mismo. La primera acoge a la segunda. Y es que cuando se habla de violencia escolar hay que hacerlo según se esté en una relación simétrica o asimétrica. En el primer caso están las pandillas y las agresiones entre padres y profesores, también el conflicto entre grupos de estudiantes de distintos colegios. En el segundo tipo, figuran los ataques a profesores, los robos a la propiedad educacional, los castigos o maltratos de los educadores a los alumnos y también el bullying.

Alejandra Carrillo, sicóloga, Magíster en Educación y en Psicología Clínica Sistémica y supervisora del Centro de Atención Psicosocial de Universidad de Las Américas (CAP), Campus La Florida, precisa: “La violencia escolar puede ser cualquier evento de violencia que ocurra en el contexto escolar. El bullying, en específico, corresponde a un subtipo y la característica que lo define es que el comportamiento agresivo resulta un acto intencional llevado a cabo de manera constante, hostigando, y que se da en una relación donde existe asimetría de poder. Es decir, una pelea única que ocurre entre dos compañeros en una relación simétrica, por muy brutal que sea, es violencia escolar, pero no es bullying”.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, establece que es habitual que quien sea víctima de bullying no cuente lo que está sucediendo, que sienta vergüenza o hasta culpabilidad. La gran mayoría de las veces, además, se trata de una situación conocida por otros.

La entidad internacional, asimismo, identifica tipos de bullying:

  • Físico: empujones, patadas, puñetazos y agresiones con objetos.
  • Verbal: insultos y apodos.
  • Sicológico: acciones encaminadas a bajar la autoestima y fomentar la inseguridad y el temor.
  • Social: pretenden aislar a la víctima respecto del grupo o ponerlo en una mala posición.

¿Un fenómeno en aumento?

Las cifras son bastante similares, entre niños y niñas, no obstante se aprecian diferencias en cuanto al tipo de bullying que hace cada uno. “Los hombres suelen ejercer más hostigamiento físico y directo, en tanto las mujeres, un hostigamiento más sicológico e indirecto”, asegura Alejandra Carillo.

Independiente del género, según cifras de las Unicef, más del 40% de los niños y jóvenes se han sentido discriminados en los colegios. En España, se calcula que el 1,6% de los estudiantes sufre este fenómeno de manera continuada y que un 5,7% lo experimenta de forma esporádica. A su vez, un estudio divulgado, en 2013, por la ONG Plan Internacional calculó que el 70% de los niños latinoamericanos son directa o indirectamente afectados por el bullying, dejando a Latinoamérica como la región con más casos de este tipo de violencia en el mundo. Más datos provienen de la Encuesta Nacional de Convivencia Escolar 2011, Mineduc, informe que arrojó, entre otros resultados, que uno de cada diez estudiantes ha sido víctima de bullying y cerca de un 25% de ellos lo sufre diariamente. La Región Metropolitana registra la mayor frecuencia de agresión escolar (42%) y los colegios de sectores socioeconómicos medio y medio bajo presentan los índices de acoso y agresión escolar más altos.

Las cifras son alarmantes y, según Alejandra Carillo, hoy ocurre un fenómeno muy particular: “Efectivamente, podemos apreciar que las cifras han aumentado, pero este incremento  se ve interferido también por el hecho de que le pusimos nombre al problema. No creo que antes no haya habido violencia de este tipo en el colegios, solamente no era tan visible, porque no existía una nomenclatura específica para denominarlo. Por otra parte, el foco en el interés superior del niño, que da la Convención de Derechos de la Infancia, nos ha hecho prestar más atención a problemas que antes existían, pero pasaban desapercibidos”.

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Factores que lo detonan

Respecto del origen, es difícil precisar qué desencadena el bullying. “La violencia es un problema ‘multicausal’, donde pueden aparecer elementos como la situación familiar, las características individuales y el tipo de clima existente en la entidad educativa”, comenta Carillo. La terapeuta especifica: “Estamos en un mundo y una sociedad que es cada vez más violenta, donde funcionamos de manera más individualista cada vez y, por tanto, nuestro actuar, se centra en los propios intereses, sin importar si con eso se pasa o no a llevar a otro. Debido a lo anterior, se incrementan los modelos agresivos y violentos que el niño o el joven observa y eso lo lleva a actuar del mismo modo”.

Hay más factores, según aclara la sicóloga:

  • La edad: “Es más frecuente que los niños que se acercan a la adolescencia muestren una conducta más violenta hacia otros. Sin embargo, los más pequeños también pueden ser violentos, pero de modo más instrumental. Por ejemplo, para conseguir algo, quitan un objeto a un compañero, en lugar de pedírselo”.
  • La familia: “Sin duda, podría ser un factor protector o de riesgo, por cuanto presente o no ciertas características en su funcionamiento y en su estilo de enseñanza o crianza. Así, una familia que no se preocupa de la formación afectiva de sus hijos, que no enseña o aporta en la expresión de las emociones, la tolerancia a la frustración o los valores va a permitir que en su seno se desarrolle un niño que se frustra ante cualquier cosa, que expresa inadecuadamente sus emociones negativas y que no respeta el espacio o los derechos de los demás, que discrimina o sea intolerante ante las diferencias”.

Claves para enfrentar el bullying

¿Cómo advertir el problema?

Lo fundamental es la comunicación fluida con los niños para que sean capaces de hablar cada vez que les ocurre algo. De igual forma, es necesario poner atención a cambios en la conducta o en el humor, en el rendimiento escolar, poco interés por la escuela, retraimiento, falta de amistades, temor, nerviosismo e hipersensibilidad. Otras alertas son:

  • Llegar a casa con ropa, libros y cosas rotas o que le han sido robadas.
  • Llegar con moretones, heridas, cortes y rasguños que no se pueden explicar.
  • Pérdida de apetito, dolor de cabeza o de estómago antes de ir al colegio.
  • Alteraciones del sueño como insomnio, pesadillas o llantos.
  • No invitar a compañeros a la casa y rara vez ir a la de amigos.
  • Pedir dinero extra o sacar dinero a escondidas.
  • Llegar del colegio ansioso, triste o alicaído.
  • Aspecto triste, deprimido, irritable o con rabia repentina.

Acosador y acosado: ¿relación fortuita?

“Generalmente, la relación que existe entre ambos no será una relación fortuita, lo más frecuente es que sean compañeros de curso, donde uno escoge al otro como víctima por encontrar en ese hostigamiento una manera de validarse a sí mismo por sobre los demás compañeros. Habitualmente, será escogido como víctima aquel que se aprecie más débil y con menos posibilidades de pedir ayuda”, dice la sicóloga Alejandra Carillo.

¿Quiénes son más propensos a sufrir bullying? ¿Hay un perfil del acosador? La terapeuta responde: “Probablemente, las personas más introvertidas y con menos redes sociales sean víctimas fáciles para los hostigadores. Una característica que, de manera fundamental, pone en riesgo a un niño a sufrir cualquier tipo de violencia es que no cuente lo que le pasa. Finalmente, mientras más ‘acusete’ sea, más protegido estará, pues dirá siempre todo lo que le ocurra. Lamentablemente, solemos educar a los niños para que no sean así, quitándoles una herramienta de protección (…). El perfil del acosador es difícil de identificar, especialmente al considerar que es una problemática multifactorial. Sin embargo, uno podría esperar encontrar ciertas características en común, tales como la falta de empatía y problemas para controlar los impulsos”.

bullying-redessociales Redes sociales

El tipo de acoso cibernético escolar se da en todas las clases sociales y es el que más se advierte. Las recomendaciones que deben hacerse son tener el computador en una sala donde todos entren, controlar los horarios y conocer con qué amigos están chateando los niños y qué están escribiendo.

Cambio de enfoque

El sistema educativo de Finlandia se considera uno de los mejores del mundo y una muestra de ello es que este país suele ocupar los primeros puestos del informe PISA (de la OCDE) por su excelente nivel educativo. La innovación y el empleo de una metodología moderna son algunas claves de su éxito, fórmula que también ha empleado ante el acoso escolar, específicamente mediante el proyecto KiVa, cuyos resultados han sido especialmente positivos: el acoso escolar desapareció en el 79% de los casos y ha aumentado el bienestar escolar, así como la motivación por estudiar.

¿Qué hicieron los finlandeses? Simplemente modificaron el enfoque del problema. Tradicionalmente, los métodos se han basado en el apoyo y actuar hacia víctimas y agresores, método que no tiene una visión preventiva (para tener víctimas y agresores hace falta la presencia de maltrato). KiVa opera sobre las dinámicas sociales que conducen a situaciones de acoso, intentando modificar las normas que rigen los grupos y concientizando a todos (víctima, acosador y espectadores).

La fórmula finlandesa aboga por un cambio de mentalidad, regida por valores y principios más humanos y solidarios; reeduca a la comunidad para no permitir el abuso; hace que los testigos no toleren ese comportamiento y que la víctima no sienta vergüenza; por último, ocupa material de apoyo en las clases para reconocer las formas de acoso, empatizar con las víctimas y ser conscientes de las graves repercusiones del bullying.

Consecuencias del acoso escolar

En las víctimas se pueden apreciar consecuencias físicas y psicológicas posibles de llegar a ser permanentes en el tiempo. Hablamos de golpes, pérdida del patrimonio personal del estudiante y consecuencias severas en la salud mental, por ejemplo, depresión, trastornos de ansiedad, estrés postraumáticos e, incluso, riesgo de suicidio. Así lo asegura Alejandra Carillo, quien agrega que “existe poca evidencia respecto de las consecuencias en los agresores, sin embargo, desde mi experiencia profesional y desde la casuística que se observa en la atención de pacientes en el CAPS, podría inferir que los niños, niñas o jóvenes que han sido agresores u hostigadores acostumbran seguir presentando en adelante un comportamiento marcado por la agresividad, lo que suele conllevar dificultades en el establecimiento de relaciones interpersonales, en los distintos ámbitos de interacción”.

¿Durante cuánto tiempo puede prolongarse? “No es fácil definir con certeza cuánto puede prolongarse una situación de hostigamiento, pero la manera de evitar que esto se extienda en el tiempo, tiene que ver con lo alerta que estemos los adultos alrededor, para darnos cuenta de los síntomas de la víctima y las características de los agresores. Mientras más se prolongue la situación de bullying, más severas serán sus consecuencias”.

Prevención

Cada vez hay más conciencia respecto de lo importante que es que los adultos responsables de un niño, ya sea la familia o los docentes, se hagan parte, tanto de la prevención como de la solución de este problema. Un gran cambio es el que ha ocurrido en cuanto a la culpabilidad que se apreciaba en estos casos. “Hace años atrás, se miraba casi como responsable al alumno que era víctima, por ser él quien no lograba adaptarse o era diferente a sus compañeros. Hoy somos capaces de mirar a cada uno de los involucrados: agresor, víctima y testigos. Estos últimos son conscientes de las características del hecho violento que están observando. Pueden ser pasivos (meros observadores silenciosos) o activos (incitadores). Como sea, su silencio los convierte en cómplices del hecho. Por esto mismo es que la intervención para solucionar el problema debe considerar a toda la comunidad, no basta con trabajar con la víctima y el agresor, menos si es que está instalada en los compañeros una cultura del silencio y la validación de la violencia”, explica la supervisora de Clínica CAPS (Centro de Atención Psicosocial) UDLA La Florida.

Bullying a profesores

Según datos de la Superintendencia de Educación, durante 2014, hubo un aumento de 12% en las denuncias de maltrato a los profesores: de 160 se pasó a 178 casos.

La mayoría de las agresiones proviene de los padres (103) e incluyen insultos, patadas, garabatos, rayados en baños o agresión física directa.

La Jefatura Nacional de Delitos contra la Familia (Jenafam) de la PDI inició en marzo la campaña "No + Bullying" 2015, una medida que busca prevenir la violencia escolar de manera que no escale hasta niveles que constituyan delito. Toda la información para los establecimientos y la comunidad está en www.pdinomasbullying.cl, donde también hay opción de informar cuando un profesional está siendo víctima de agresión.

http://salud.ccm.net/faq/3183-el-acoso-en-la-escuela-o-bullying

http://internacional.ciurkide.org/alarmantes-cifras-de-bullying-en-latinoamerica/

http://www.emol.com/noticias/nacional/2015/03/18/708630/campana-contra-el-bullying-busca-evitar-agresiones-contra-profesores.html

http://unicef.cl/web/educacion/

  **Paula Reyes Naranjo** Periodista